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«Es obvio que la poesía y la fotografía pueden complementarse y hasta influirse recíprocamente. Por una parte, la fotografía capta una imagen fija, inmóvil (a veces sólo un instante de una realidad dinámica o de una coyuntura motriz, desplazable o vibrante), y la poesía puede, a partir de esa suspensión o tregua del movimiento, hacer una lectura que la enriquezca. Por otra parte, la poesía, que genera o propone transformaciones, procesos, auges o deterioros, puede ser sintetizada ejemplarmente por la fotografía cuando ésta elige de aquella una imagen decisiva, que habla por sí misma.»

Mario Benedetti


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lunes, 29 de noviembre de 2010

Ediciones del Ambroz presentará un libro con la obra del fotógrafo hervasense Jerónimo Muñoz, 'Jeromín'


El acto tendrá lugar en el Cine Teatro Juventud, de Hervás, el 4 de diciembre de 2010, a las 19,30 horas.

El libro pretende recuperar del olvido documentos gráficos de gran interés documental y que, por diversas circunstancias según van pasando los años, se han ido perdiendo y deteriorando. Los trabajos artesanales, la arquitectura, las formas de vestir, las costumbres... permiten elaborar el retrato de toda una época. Según el editor, José María Castellano, “al centrarnos en la obra de Jerónimo Muñoz, vemos con más detalle como era la sociedad de los años cincuenta”, explica.

La recopilación muestra la dureza de algunos trabajos, observando las vestimentas, que en muchos casos rozaban la más absoluta pobreza, así como casas y calles deterioradas y costumbres sociales que, con algunas ligeras variaciones, han llegado hasta nuestros días.

Todo ello forma parte de la idiosincrasia una generación que nace y se desarrolla anclada en los años de la posguerra. Fue ésta una época donde la subsistencia, por sí misma, se convertía en todo un reto. De ahí la tristeza que reflejan algunas fotografías en los rostros, así como la pobreza reflejada en múltiples detalles... en contraste con algunas otras formas de vida, en donde queda muy marcado el sistema de clases sociales de la época.

Los problemas de esta generación se agravaron cuando hubo de adaptarse a una nueva forma de economía en la década de los sesenta. La crisis en el sector agrario, la decadencia de la industria y los servicios, las dificultades para la comercialización de los productos agrarios y la creciente presión demográfica, fueron las principales causas que marcaron el desarrollo de la región. Estas circunstancias desembocarían en el drama de la inmigración, que marcaría a partir de entonces a la sociedad extremeña de los años cincuenta y sesenta.

Para la selección de fotografías, ‘Ediciones del Ambroz’ ha manejado unas 500 imágenes, todas ellas datadas entre los años 1953 a 1970, antiguas fotos que resistieron el paso de los años y nos refrescan la memoria. “Las que forman el libro son las que hemos considerado más interesantes, más representativas. Nos permiten también valorar lo que nuestra sociedad ha progresado en estos 60 años, como ha evolucionado el urbanismo, la economía, las costumbres y la forma de vida”, explica Castellano.

Los autores esperan que el trabajo permita a los más jóvenes conocer “nuestra historia reciente y a los más veteranos recordar aquellos años que, aunque llenos de dificultades, no por ello dejaron de ser buenos e interesantes”.

EL AUTOR Nació Jerónimo Muñoz Sánchez «Jeromín» el año 1927, en Hervás, un pueblo serrano, de amplia tradición agrícola, en el seno de una familia dedicada a la ganadería. A esta tarea va a dedicar los años de su infancia y juventud, al igual que otros muchos jóvenes de su generación, que se vieron en la necesidad de compaginar la escuela y el trabajo. Fue el mayor de tres hermanos. A comienzo de los cincuenta muestra sus primeras inquietudes por la fotografía. En estos primeros años de la década entra en contacto con un fotógrafo de Salamanca que le inicia en el conocimiento y en las técnicas de lo que, más tarde, le permitirá desarrollar una intensa actividad profesional.

De aquellos años, en los que la fotografía permitía al aficionado mostrar sus cualidades artísticas, hemos podido recuperar el trabajo que estos modestos profesionales realizaron y que nos ha permitido inmortalizar numeroso recuerdos en forma de acontecimientos sociales (bodas, comuniones, fiestas...), paisajes urbanos y rurales, retratos, etc. Jerónimo Muñoz inicia su actividad en Hervás; sus fotografías representan toda una generación. Los sentimientos, necesidades, alegrías que muestran sus retratos son todo un mensaje cargado de contenido.

Entre los cometidos de su trabajo profesional estaba realizar los retratos del Documento Nacional de Identidad; para esta labor se desplazaba con el equipo en su moto Vespa por los pueblos de los alrededores, llegando incluso hasta Las Hurdes, en compañía de la Guardia Civil.

Montó el laboratorio y el estudio en una habitación de su casa. Eran frecuentes sus viajes a Salamanca para comprar material fotográfico: papel y productos químicos para el revelado, que el fotógrafo se fabricaba, mezclando con precisión los productos.

La primera cámara de fotos que utilizó, de la que tenemos noticias, fue una REFLEX ZEISS IKON con objetivos de CARL ZEISS de 35, 50 y 80 mm. Más tarde consiguió una cámara alemana MINOLTA SR-7 con objetivos de 28, 58 Y 85 mm con la que realizó la mayor parte de su obra.

Como apasionado de la fotografía le encantaba reflejar la vida íntima y pública de los pueblos de la comarca. Le gustaba llevar su cámara al hombro y captar lo que veía; buscaba inmortalizar con su objetivo los personajes y costumbres de su época. Personas, oficios, fiestas, paisajes, calles y rincones encontraron hueco en su amplio archivo.

A principios de la década de los sesenta, emigró junto con su familia a París, donde siguió haciendo lo que más le gustaba: fotografiar. En su casa volvió amontar el laboratorio y siempre que podía se paseaba por

París, como un turista más, para seguir captando aquella imagen, aquel detalle, aquella vivencia que consideraba debía ser inmortalizada.

Cuando regresó a España en 1968 se estableció en Alcobendas (Madrid) y durante un tiempo trabajó en el Parque de Atracciones. Allí tuvo la oportunidad de ejercer de fotógrafo y retratar a personajes conocidos que actuaban en el Auditorio del Parque. Entre sus últimos trabajos destacan los retratos realizados a los militares del CIR 1 de Colmenar Viejo y a los del cuartel de «El Goloso».

Durante toda su vida la fotografía fue su gran afición y profesión. Supo adaptarse a los tiempos modernos con la fotografía en color, mejorando sus técnicas. Todo lo que miraba lo veía a través del visor de una cámara y buscaba siempre el ángulo y el momento de plasmarlo.

Su curiosidad y su visión de futuro permitieron dejar una vasta documentación gráfica de la vida social de esa época.

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